Buscando una alternativa a los fertilizantes químicos

Ante el avance de los agrotóxicos y de la polémica por sus efectos sobre la salud de las personas, La Gran Época consultó a dos expertos que apuestan por la alternativa orgánica.

Por Lic. Miguel Díaz – La Gran Época

Las consecuencias del uso (y abuso) de agroquímicos en Argentina están poniendo en discusión hasta qué punto son necesarios en el sector agrícola.

Los fertilizantes químicos contaminan el suelo y, por ende, las plantas. Además de afectar el sabor y aroma de las plantaciones, la ingesta de esos alimentos muchas veces deriva en intoxicaciones y complicaciones en la salud del cuerpo humano, a veces, muy graves.

En ese sentido, la profesora Gabriela Escrivá, en diálogo con La Gran Época, cita la existencia de estudios sobre los efectos perjudiciales del consumo de hojas verdes (espinacas, acelgas, lechugas) fertilizadas de forma química.

Además, la especialista agrega que el uso de fertilizantes químicos genera un círculo vicioso de dependencia, ya que estos “son absorbidos a gran velocidad por las plantas, provocando desequilibrios nutricionales. Estos las debilitan y al ser atacadas por plagas, les aplican plaguicidas para controlarlas, lo cual también las desequilibra…”.

“El exceso de estos químicos juega en detrimento del campo, con agotamientos de los suelos, que no guardan más la humedad”, comenta a La Gran Época Gustavo Calamari, Presidente de Worms Argentina S.A., una empresa especializada en fertilizantes orgánicos.

Siendo empresario, Calamari reconoce que la utilización de químicos surge a raíz de que en el mundo de los negocios solo interesa “producir más, lograr mayores rindes, utilizar menos manos de obra y abaratar costos”.

“Creo que tenemos que utilizar la racionalidad, o sea, utilizar los elementos químicos lo justo y necesario”, reflexiona Calamari destacando la urgencia de este cambio ya que en definitiva todos estos resabios se terminan traspasando al cuerpo humano.

Buscando una alternativa

En este marco, la buena noticia es que existen fertilizantes orgánicos que ofrecen una interesante propuesta, desde el punto de vista productivo como ambiental.

La utilización de este tipo de productos no genera el problema de dependencia que citaba Escrivá anteriormente, ya que “las plantas los van absorbiendo a medida que los necesitan”, dice la especialista.

Inclusive algunos fertilizantes orgánicos, como el humus líquido de lombriz o los purines de ortiga o ruibarbo, funcionan como inductores de resistencia. Su actuación es similar a la inmunización del cuerpo humano ante las enfermedades.

“Existen sustancias que desencadenan en las plantas una serie de reacciones metabólicas que inducen mecanismos de defensa contra el agresor”, sostiene Escrivá.

El denominado Humus es un fertilizante orgánico que lo “fabrica” la lombriz. Esta come los productos orgánicos y la excreta resulta ser el fertilizante natural por excelencia. “Es muy rica en fósforo, potasio, nitrógeno y sobre todo en ácidos húmicos y fúlvico”, señala Gustavo Calamari.

Además, en la aplicación foliar, la planta absorbe por sus hojas lo que necesita y el resto cae al suelo, enriqueciéndolo. “Si bien les sacamos microorganismos, se los estamos agregando naturalmente”, destaca Calamari.

No es solo teoría

Ante las evidentes y lamentables consecuencias del uso desmedido de fertilizantes químicos, cada vez más productores se están volcando al uso de fertilizantes orgánicos y naturales.

Este nuevo impulso no solo está motivado desde una óptica medioambiental sino también desde el punto de vista productivo.

“Hemos tenido experiencias con papas que realmente nos han dejado sorprendidos” enfatiza Calamari señalando que “hay gente que cosechó papa toda su vida y nunca habían tenido los rindes que tuvieron desde que empezaron a utilizar Humus”. El empresario detalla que “de 850 bolsas promedio que cosechaban por hectárea, llegaron a las 1.400 sin utilizar ningún tipo de químico”.

“Se dieron cuenta de que no siempre lo químico es mejor”, señala Calamari y agrega con orgullo, “en el campo hemos demostrado que no es así”.

“Todas las experiencias de lo que es agropecuario –porque no solo estuvimos en la papa, sino en la yerba mate, el té, el tabaco y demás– son totalmente auspiciosas porque están logrando los mismos o mejores resultados sin la utilización de nada químico”, destaca Calamari.

Cambio de conciencia

“¿Por qué le llamamos medio ambiente y no ambiente entero? ¿Querrá decir que ya le destruimos la mitad?”, pregunta Calamari y ejemplifica las consecuencias de este accionar irresponsable en las malformaciones que sufre gran parte de la población del norte argentino. “Tenemos que trabajar mucho sobre eso para crear conciencia y que se encuentre la manera de producir sin hacer daño”, señala preocupado.

Asimismo, Gabriela Esquivá destaca la importancia de concientizar sobre los beneficios de utilizar productos orgánicos ya que “con mayor información la gente tiene la posibilidad de optar por opciones más ecológicas”.

“El uso de productos orgánicos nos habla de un compromiso con el futuro, con las futuras generaciones. Durante el siglo XX, el hombre por falta de conocimientos y conciencia fue agotando los recursos no renovables en el planeta; ahora deberíamos aprender a convivir mejor con nuestro medio ambiente, preocupándonos por la calidad de nuestro suelo, agua y aire sin olvidar de ir corrigiendo lo que ya degradamos”, concluye la especialista.

Gustavo Calamari señala que dentro del actual sistema productivo el uso de “químicos cero” difícilmente se pueda lograr, sin embargo manifiesta que es posible (y necesario) “bajar entre un 50% y un 60% la aplicación de fertilizantes químicos para pasarlos a orgánicos”. Los productos químicos se tienen que aplicar “en la justa medida” dice el empresario, agregando que para ello resulta fundamental “utilizar la racionalidad”.

“Cuando hacemos todo por dinero creo que en determinado momento hay una parte que se va a ver afectada. Hoy el dinero no está curando un cáncer ni está pudiendo acomodar a los chicos con malformaciones”, dijo.

Calamari finalmente señala que el tomar conciencia del cuidado medio ambiental radica en un cambio más profundo. “Creo que tenemos que ser mejores personas. Debemos cuidarnos el uno al otro. Y que lo superfluo o el dinero no domine nuestra vida”.

Fuente: La Gran Epoca

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